lunes, 17 de septiembre de 2018

EL SERMON DEL MONTE (Introduccion)

“Las bienaventuranzas son el saludo de Cristo no solo para los creyentes sino también para toda la familia humana. Parece haber olvidado por un momento que está en el mundo y no en cielo, pues emplea el lenguaje familiar del mundo de luz. Las bendiciones brotan de sus labios como el agua fresca de un rico manantial de vida, sellado durante mucho tiempo.
Cristo no quiere que permanezcamos en la duda con respecto a los rasgos de carácter que el siempre reconoce y bendice. Apartándose de los ambiciosos y favoritos del mundo, se dirige a quienes ellos desprecian, llama bienaventurados a los que reciben su luz y su vida. Abre sus brazos acogedores a los pobres de espíritu, a los mansos, a los humildes, a los acongojados, a los despreciados, a los perseguidos, y les dice “venid a mí…y yo os haré descansar”.
Cristo puede mirar la miseria del mundo sin una sombra de pesar por haber creado al hombre. Ve en el corazón humano más que el pecado y la miseria. En su sabiduría y amor infinito, ve las posibilidades del hombre, las alturas que pude alcanzar. Sabe que aunque los seres humanos hayan abusado de su misericordia y hayan destruido la dignidad que Dios les concediera, El Creador será glorificado con su redención.
A través de los tiempos, las palabras dichas por Jesús desde la cumbre del monte conservaran su poder. Cada frase es una joya de verdad. Los principios enunciados en este discurso se aplican a todas las edades y a todas las clases sociales. Con energía divina, cristo expresó su fe y esperanza, al señalar como bienaventurados a un grupo tras otro por haber desarrollado un carácter justo. Al vivir la vida del el Dador de toda existencia, mediante la fe en él, todos los hombres pueden alcanzar la norma establecida en sus palabras”.
Elena G de White DMJ pagina 5

No hay comentarios.:

Publicar un comentario