El 22 de octubre del 2018, se cumplieron 174 años del inicio del juicio previo al segundo advenimiento de Cristo, también llamado juicio investigador, o juicio final. Estamos viviendo en el tiempo de ese juicio.
El apóstol pedro escribió:
“Pero si alguno sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios. 17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios? 18
Y si el justo con dificultad se salva, ¿que sera del impio y del pecador?…
El profeta Daniel, y San Juan en Apocalipsis, narran las mismas escena que vieron y oyeron. San Juan cuenta lo siguiente:
Apocalipsis 14:6-7 Nueva Versión Internacional (NVI)
6 Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. 7 Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».
Elena de White comenta en el libro el Conflicto de los siglos lo siguiente:
“La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a la tierra. El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 días, en 1844. Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella.
(Aceptar el sacrificio de Cristo en nuestro favor, es tener derecho, a la expiación de nuestros pecados)
Amigo, hermano, si estamos en Cristo, y Cristo en nosotros, no debemos temer al juicio. Pues Jesús es todavía el intercesor, el abogado defensor. Rindámonos a sus pies, estudiemos cada día su Palabra, oremos continuamente y trabajemos en favor de otros, y estaremos absueltos, libres, para irnos con Jesús en su pronto regreso. El viene por ti y por mí. No pierdas la fe y la esperanza, que el galardón está seguro para ti.
El apóstol pedro escribió:
“Pero si alguno sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios. 17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios? 18
Y si el justo con dificultad se salva, ¿que sera del impio y del pecador?…
El profeta Daniel, y San Juan en Apocalipsis, narran las mismas escena que vieron y oyeron. San Juan cuenta lo siguiente:
Apocalipsis 14:6-7 Nueva Versión Internacional (NVI)
6 Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. 7 Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».
Elena de White comenta en el libro el Conflicto de los siglos lo siguiente:
“La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a la tierra. El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 días, en 1844. Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella.
(Aceptar el sacrificio de Cristo en nuestro favor, es tener derecho, a la expiación de nuestros pecados)
Amigo, hermano, si estamos en Cristo, y Cristo en nosotros, no debemos temer al juicio. Pues Jesús es todavía el intercesor, el abogado defensor. Rindámonos a sus pies, estudiemos cada día su Palabra, oremos continuamente y trabajemos en favor de otros, y estaremos absueltos, libres, para irnos con Jesús en su pronto regreso. El viene por ti y por mí. No pierdas la fe y la esperanza, que el galardón está seguro para ti.
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