lunes, 25 de septiembre de 2017

DEVOCIONALES DE HOY

Lunes 25 de septiembre 2017 | Devoción Matutina para Adultos | El culto familiar

LA FAMILIA DE DIOS
«No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias». Filipenses 4: 6, NVI

EN CADA FAMILIA debería haber una hora fija para el culto matutino y vespertino. ¿No conviene a los padres reunir en derredor suyo a sus hijos antes del desayuno para agradecer al Padre Celestial por su protección durante la noche, y para pedirle su ayuda y cuidado durante el día? ¿No es propio también, cuando llega el anochecer, que los padres y los hijos se reúnan una vez más delante de Dios para agradecerle las bendiciones recibidas durante el día que termina?
El padre, o en su ausencia la madre, debe presidir el culto y elegir un pasaje interesante de las Escrituras que pueda comprenderse con facilidad. El culto debe ser corto. Cuando se lee un capítulo largo y se hace una oración larga, el culto se torna fatigoso y se siente alivio cuando termina. Dios queda deshonrado cuando el culto se vuelve árido y fastidioso, cuando carece tanto de interés que los hijos le temen.
Padres y madres, cuiden de que el momento dedicado al culto familiar sea en extremo interesante. No hay razón alguna porque no sea este el momento más agradable del día. Con un poco de preparación podrán hacerlo interesante y provechoso. De vez en cuando, introduzcan algún cambio. Se pueden hacer preguntas con referencia al texto leído, y dar con fervor algunas explicaciones oportunas. Se puede cantar un himno de alabanza. La oración debe ser corta y precisa. El que ora debe hacerlo con palabras sencillas y fervientes; debe alabar a Dios por su bondad y pedirle su ayuda. Si las circunstancias lo permiten, dejen a los niños tomar parte en la lectura y la oración. […] Cada mañana conságrense a Dios con su hijos. No cuenten con los meses ni los años; no les pertenecen. Solo el día presente es nuestro. Durante sus horas, trabajen por el Maestro, como si fuese su último día en la tierra. Presenten todos sus planes a Dios, a fin de que él los ayude a ejecutarlos o abandonarlos según lo indique su Providencia. Acepten los planes de Dios en lugar de los suyos, aun cuando esta aceptación exija que renuncien a proyectos durante largo tiempo acariciados. Así, su vida será siempre más y más amoldada conforme al ejemplo divino, y «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» (Fil. 4: 7, NVI).— Testimonios para la iglesia, t. 7, sec. 1, pp. 44-46.


Lunes 25 de septiembre 2017 | Devoción Matutina para Damas | Paciencia con el pan tibio

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros” (2 Ped. 3:9).

Una suave brisa mecía las hojas que caían lánguidamente desde el balcón. Orquídeas de cada tono caían elegantemente de ramas curvas. Aves de plumajes coloridos cantaban yjugaban a las escondidas en los árboles. Melissa estaba tan ocupada conociendo sus alrededores, que casi había olvidado comer. Al mirar hacia su plato cargado de frutas tropicales, nueces y dátiles, preguntó: “¿Dónde está la tostada?” Cierto… ¿dónde? Francamente, me había sorprendido al descubrir que nuestra diminuta cabañita tenía una tostadora. Veinticinco minutos antes, Melissa había colocado rodajas de pan en las rejillas metálicas y apretado el botón de encendido. Sugerí que se fijara cómo iban. Casi inmediatamente, un grito salió desde donde estaba la tostadora. Melissa volvió al balcón y se paró con las piernas un poco separadas, los brazos cruzados: su apariencia gritaba impaciencia: -¡El pan ni siquiera empezó a oscurecerse! ¡Estoy muy cansada de esperar! ¿No estás molesta?
-Es lo que hay -respondí, sacudiendo la cabeza y masticando el último pedazo de fruta, maravillada con su apariencia y su sabor-. Estoy de vacaciones, y elijo evitar gastar energía en molestarme por una tostadora que, probablemente, esté funcionando lo mejor que puede.
Hubo una larga pausa antes de que Melissa admitiera que quizás había reaccionado exageradamente.
-¿Te das cuenta de qué es lo que hizo que reaccionaras así? -pregunté.
-La expectativa -respondió Melissa sin dudarlo- Permití que mis expectativas me llevaran a exhibir conductas que resultaron en consecuencias negativas.
Yo me reí ante una presentación tan exacta de uno de los comentarios de mi seminario.
-Esperé que una tostadora en otro país funcionara de la misma forma que la que tengo en casa… Elegí ser impaciente -sonrió irónicamente.
Bien hecho, pensé, te diste cuenta tú sólita. Y le dije:
-Puedes comer pan tibio o esperar hasta que esta pequeña tostadora logre tostar el pan; aunque creo que nunca llegará a producir el tipo de tostada al que estás acostumbrada.
-Entonces será pan tibio -dijo Melissa, dirigiéndose a la cocina, y murmurando- ¡Qué ridículo, impacientarse por una tostadora!
El Señor es paciente contigo. Qué ridículo es que te impacientes, no con una antigua tostadora, sino contigo misma y con otros.



Lunes 25 de septiembre 2017 | Devoción Matutina para Jóvenes | Hasta los confines de lo tierra

“Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:79, NTV).

Recién graduado como médico, el 25 de septiembre de 1908, el Dr. Riley Russell y su esposa, Theresa, llegaban a Sunam, Corea, a donde habían sido enviados como misioneros. Cuando se supo que el misionero que llegaba era médico, gran cantidad de pacientes ya lo esperaba apenas descendió del tren.
Riley había estudiado en el Colegio Battle Creek y en el Colegio Médico Misionero, y se diplomó como enfermero por el Sanatorio Battle Creek, en 1902. Después de trabajar en los sanatorios de Battle Creek y Washington, estudió Medicina, y en 1908 se recibió de médico en la Universidad George Washington.
Durante esos años, Elena de White enfatizaba la necesidad de contar con profesionales en el área de la salud, dada la importancia de este mensaje como brazo derecho del evangelio, y de enviar misioneros al mundo, como parte de la misión adventista. Riley escuchó el llamado de Elena de White pero, especialmente, el de Dios. Se preparó como médico, para luego partir hacia un continente lejano, con una cultura totalmente diferente, a fin de llevar alivio físico y espiritual.
En Corea, los Russell fundaron un dispensario, que luego sería una clínica y, después de que regresaron a Estados Unidos en 1922, un hospital. Lamentablemente, los japoneses tomaron el hospital durante la Segunda Guerra Mundial, y jamás fue devuelto a la Iglesia Adventista.
Además de la obra médico misionera, Riley supervisó la escuela misionera para niños durante dos años. Por su trabajo pionero y profunda inclinación misionera, fue ordenado al ministerio en 1910. Tras casi quince años de trabajo allí, regresó a Estados Unidos en 1922, para trabajar en el Sanatorio Glendale, en California.
Más de cien años después de que Riley se atreviera a adentrarse en tierras desconocidas para llevar el evangelio, permanece la necesidad de hombres y de mujeres capacitados, profesionales, que deseen dedicarse a predicar el evangelio a través de sus dones. El Servicio Voluntario Adventista es un programa oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, destinado a poner a disposición, de forma organizada, oportunidades de servicio voluntario temporario para jóvenes y adultos, estudiantes y profesionales, en regiones necesitadas del mundo, apoyando a la Iglesia en la proclamación del evangelio. “Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría a todo el mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir!” (Elena de White, La educación, p. 271).
¿Te atreverás a ir? MB


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